Cuatro maquilladoras chilenas nos cuentan cómo empezaron a desarrollar esta profesión, qué las inspira y cómo logran mantenerse actualizadas con las tendencias pese a sus ocupadas agendas.

Desde hace ocho años Catalina Fierro trabaja como maquilladora. Cuando nació su primer hijo era profesora y tenía muy poco tiempo libre. En esa época veía el programa “No te lo pongas” y se asombró con el trabajo de la maquilladora Carmindy: “Lo primero que hice fue encargar su libro y un set de brochas. Tomé un curso intensivo y aquí estoy”, señala. Catalina empezó haciendo maquillaje para novias, luego talleres de automaquillaje y hace tres años imparte cursos de formación en su estudio de maquillaje profesional Ponte Colorete.

Diseñadora de formación, María José Iglesias empezó en el mundo del maquillaje a propósito de su matrimonio, cuando comenzó a comprar productos y ver tutoriales. Así descubrió esta “pasión que tenía escondida”, cuenta, y decidió profesionalizarse. Hace cuatro años se trasladó de Santiago a Villarrica, donde se dedicó al maquillaje de novias, social, producciones de moda y automaquillaje. Desde hace unos meses está viviendo en Viña del Mar, donde montó Majo Iglesias Beauty Bar.

Jacqueline Ureta es maquilladora de cine y televisión hace 16 años. Estudió diseño de vestuario y trabajando en una productora conoció a su maestra de maquillaje, Patricia Aracena: “A ella le llamaba mucho la atención como yo llegaba maquillada. Yo admiraba mucho su trabajo. Un día me ofreció ser su asistente y me enseñó todo lo que sabía de maquillaje de televisión”, cuenta. Con el tiempo estudió maquillaje de caracterización y efectos especiales.

Natalia Matamala se dedica al maquillaje hace seis años. Estudió teatro y le interesaba mucho el maquillaje teatral. Decidió estudiar y hoy se dedica principalmente al maquillaje para novias. También fundó M&B Beauty Bar en Chillán.

Fuentes de inspiración

Cada maquilladora tiene sus propios referentes. Catalina explica que en un inicio los suyos fueron maquilladores de otros países: “hace cuatro años tuve clases en Nueva York con una maquilladora muy glam, aprendí mucho de ella, pero su estilo no es el mío”, indica. En cuanto a otros referentes, “admiro mucho el uso del color de una chica rusa que se llama Olga Tomina, Merton Muaremi de Australia y a un compatriota, Raúl Flores”.

Hoy, su inspiración está en el arte, la poesía y las tradiciones de belleza orientales: “después de estos años de vueltas y re-descubrimientos, he comprendido que la belleza responde a una armonía interior que se refleja en nuestro cuerpo físico. El maquillaje muchas veces es un juego de colores e imitaciones de estereotipos de moda. La belleza es algo interno, muy profundo”, reflexiona.

María José estudió con la chilena Bea Palma. Uno de sus mayores referentes es Lisa Eldridge, jefa de línea de Lancome: “su estilo es muy chic y se puede aplicar muy bien a nuestra cultura chilena, donde últimamente se atreven a probar, pero buscan verse más naturales”, explica. Otros maquilladores que sigue en forma permanente son Militza Yovanka, que “utiliza mucho el baking y el contouring, que es menos usado en Chile, pero me sirve para ver otras técnicas y luego reinterpretarlas”, Maureen Alexandra Nauts, quien “lleva los productos al siguiente nivel y me sirve como inspiración para pensar fuera de la caja”, Regina Cosmetics, argentina que desarrolló su propia línea de productos, y Romero Jennigns, director creativo de MAC.

“Mi inspiración al maquillar es sacar a relucir lo más hermoso de cada persona, sin recargar el maquillaje, con sutiles pinceladas como pintando un cuadro, para que la persona no sienta que el pincel le molesta. Al contrario, que sienta que es un cariño a su rostro”, explica Jacqueline, quien agrega que así el resultado es muy natural y “quedan felices de verse hermosos sin sentir que no son ellas o ellos”.

Natalia encuentra diversas inspiraciones. En primer lugar, la inspiran sus clientas: “el maquillaje puede ser una herramienta súper rica para entregarle seguridad a las mujeres”. También la inspiran la fotografía editorial y el maquillaje teatral: “tengo que aterrizarlos bastante para un maquillaje social”, puntualiza.

Tendencias

Para mantenerse al día con las tendencias mundiales, algunas maquilladoras recurren a internet y las redes sociales. “Estoy a diario mirando el trabajo de otros maquilladores en Instagram. Cuando veo a una celebridad bien maquillada, busco al artista detrás e inmediatamente lo sigo en sus redes para observar su trabajo”, cuenta Catalina. Además, cada vez que va a un centro comercial prueba tres o cuatro productos: “hasta divido mi cara y pruebo cosas distintas de una vez”.

María José ve tutoriales y lee muchos reviews de productos que no sean pagados: “me enfoco en buscar productos que sean versátiles, cruelty free, ojalá libres de parabenos y que tengan una buena relación precio/calidad”. Agrega que cuando un producto le parece interesante lo compra, y lo testea en ella: “soy súper alérgica y bien reactiva en mi piel, y entonces si en mí funciona está aprobado”.

Jacqueline indica que cada vez que le ha tocado viajar al extranjero se da un tiempo para comprar maquillaje y revistas que muestren la estética de cada país. “Y si alguien viaja, también le encargo materiales que no se pueden conseguir acá”, añade.

“Hay que estar siempre estudiando, leyendo y buscado referentes”, dice Natalia, agregando que “más allá de las tendencias creo que lo más importante es manejar la técnica y lograr que las clientas se sientan cómodas con el resultado”.